Bosnia, 20 años después

La semana pasada (Semana Santa en España) se cumplían 20 años del inicio de la terrible y dolorísima Guerra de Bosnia, que supuso el mayor genocidio perpetrado en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. En los más de 3 años que duró el conflicto, aproximadamente 1,8 millones de personas resultaron desplazadas, más de 100.000 resultaron asesinadas (de ellas, 11.541 en los 44 meses de asedio a Sarajevo), siendo la inmensa mayoría de ellas civiles.

El pasado 6 de abril, día de inicio del asedio en el año 1992, se realizaba en Sarajevo un emotivo homenaje de reconocimiento a las víctimas: sillas rojas vacías, una por cada una de las 11.541 víctimas mortales del asedio, con una flor descansando en cada una de ellas, y dispuestas todas en una fila kilométrica a lo largo de la avenida principal de la ciudad.

El homenaje contó con la participación de Vedran Smailović, el famoso «violonchelista de Sarajevo», que durante el asedio tocaba en las calles y funerales, a modo de protesta contra la violencia. Había abandonado Sarajevo en 1993 y nunca más había vuelto a tocar en la ciudad, hasta la semana pasada en el homenaje.

Este conflicto, en el corazón de Europa, me impactó extraordinariamente durante mi adolescencia, así como también el genocidio ruandés en la primavera-verano de 1994. Lo que se vivió en Bosnia-Herzegovina entre 1992 y 1995 fue una tremenda locura colectiva, con pueblos enteros destrozados, familias rotas y asesinatos de una crudeza inenarrable, a menudo entre vecinos e incluso entre miembros de una misma familia. Y todo ello retransmitido en directo al mundo gracias a los medios de comunicación allí desplazados. Y ante la impotencia y en muchos casos incluso inacción de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) desplazada al terreno para garantizar la protección de los civiles. Como europeo siento particular vergüenza por la manera en que los cascos azules de UNPROFOR miraron para otro lado en Gorazde y en Srebrenica. Volveremos a ello más adelante. La sola mención de estos lugares, particularmente el último, provoca que un escalofrío recorra mi cuerpo.

Ramón Lobo, corresponsal de guerra, periodista de El País y probablemente la persona a la que más le tengo que agradecer lo que sé en la actualidad sobre aquel conflicto, realizó 7 viajes a la zona durante la guerra y nos ilustró con extraordinarios reportajes y crónicas para hacernos llegar lo que allí ocurría. En este post de su blog, Ramón ha reunido enlaces a todos y cada uno de los reportajes que escribió en aquel sangriento trienio. Su lectura es indispensable y de un grandísimo valor periodístico.

Como indispensables también los textos de Juan Goytisolo. Destaco en especial el titulado ¿Cuervos o cabras?, en el que arremete contra el cinismo de las potencias occidentales  y el papel de la prensa.

Si ya desde la adolescencia, como decía, me marcó este conflicto y en general la región de los Balcanes, qué contaros de mi paso por allí el año pasado, por primera vez en mi vida. Atravesé Bosnia en coche a mediados de marzo de 2011, entrando por el norte – Bihac, de dolorosísimo recuerdo, pues fue uno de los enclaves más cruelmente masacrados- y atravesando zonas rurales, campos, ríos y montañas, por carreteras que en muchos casos tenían que ser como las que había en España en las décadas de 1960 y 1970. Recuerdo los cementerios improvisados en los que en su día imagino fueron campos de cultivo, a veces incluso colgados de los mismísimos barrancos, cunetas y taludes. Estaban absolutamente por doquier a cada llegada a una nueva localidad.

Atravesamos de este modo medio país hasta llegar a la histórica, extraordinaria y tremendamente emocionante Sarajevo. Me enganchó por completo en las primeras horas. Desde entonces y por siempre, tal y como reza la canción de Halid Beslic: Sarajevo grade moj (Sarajevo, mí ciudad).

También por aquellas fechas de marzo de 2011, a medida que tiraba más y más del hilo y más leía sobre la ciudad, llegó a mi esta fabulosa canción (Miss Sarajevo), la cual no conocía hasta entonces. Fue escrita por U2 a mediados de la década de 1990 en apoyo a los civiles asediados de Sarajevo, que trataban de recuperar la normalidad e incluso organizaban un concurso de belleza. Viendo el vídeo, me vino el nítido recuerdo de aquellas modelos sosteniendo la pancarta con el lema «Don’t let them kill us», que dio la vuelta al mundo en los telediarios de 1993. Tendría yo 13 o 14 años, pero lo recuerdo perfectamente.

Una nota medio histórica, medio chistosa: a pesar de que el asedio a Sarajevo formalmente terminó en 1995 con el fin de la guerra, los habitantes de la ciudad lo sitúan «funcionalmente» el 23 de septiembre de 1997, cuando U2 tocó en el Kosevo Stadium de la ciudad con su gira mundial PopMart Tour ante decenas de miles de personas de las 3 etnias antes enfrentadas. El concierto supuso un antes y un después en la ciudad. Fue a partir de ese momento cuando Sarajevo recuperó su «normalidad».

A mediados de abril de 2011, apenas 4 semanas después de mi primera visita, volví a Sarajevo. En esta ocasión el viaje alcanzó también Móstar, en la parte de Herzegovina. Donde el famoso Puente Viejo (que le da nombre a la ciudad, pues puente viejo es stari most) destruido por la artillería croata en noviembre de 1993, y que databa nada menos que de 1566. Posteriormente fue reconstruido durante casi una década, gracias al impulso de la UNESCO, inaugurándose de nuevo el 23 de julio de 2004. Hoy día, es un símbolo muy importante de la reconstrucción de Bosnia Herzegovina.

La mención a la artillería croata no es un error, pues la guerra no fue solo de paramilitares serbios (chetniks) contra musulmanes (bosniacos), sino también de croatas contra bosnios en la parte occidental del país, e incluso de musulmanes entre sí en la zona de Bihac, al noroeste del país, pues había grupos de musulmanes no leales al gobierno de Sarajevo y que lucharon junto con las milicias croatas. Es complejo y largo de explicar aquí, pero puede accederse fácilmente a toda esta información en los reportajes contenidos en el citado post de Ramón Lobo.

En cualquier caso, los mayores agresores fueron los paramilitares serbios de Bosnia (si bien las fuerzas croatas parecían en ocasiones rivalizar con ellos en la barbarie), cuya superioridad militar frente a los musulmanes era tan descomunal que la guerra resultó tremendamente asimétrica, dolorosa e injusta. Todas las guerras son injustas y dolorosas, por supuesto, pero en esta como en ninguna otra la población civil fue su principal víctima, llegándose a situaciones como la del bombardeo, por parte de fuerzas serbias, del hospital de Gorazde, donde se refugiaban cientos de heridos bosnios. Bombardeo realizado, para colmo, poco después de firmar un alto al fuego. O la masacre de Srebrenica, perpetrada en las mismas barbas de los soldados holandeses de UNPROFOR, donde murieron 8.000 musulmanes en 1 semana, el mayor genocidio en Europa desde la 2º Guerra Mundial. Los paramilitares serbios daban la impresión -y casi siempre lo lograban- de que pretendían jugar y torear a los países occidentales que integraban la fuerza de paz de UNPROFOR, tal era la absoluta desfachatez con la que actuaban.

Esta fuerza de paz no fue capaz en ningún momento de interponerse entre los bandos enfrentados. El gran error de la ONU es que creyó que podría imponer la paz a golpe de resolución y de la labor diplomática, como cuando en la primavera de 1993 estableció los 6 enclaves «protegidos» de Bihac, Tuzla, Zepa, Srebrenica, Gorazde y Sarajevo, y fijaba una zona de seguridad a su alrededor. Lo bueno de estas declaraciones es que sirven para demostrar lo que se sabía. La ONU no podrá decir que no lo sabía. Lo tienen por escrito.

En realidad, los cascos azules de la ONU no estaban preparados para la guerra, nunca lo estuvieron. Sólo hubieran podido gestionar la paz y limar tensiones en caso de acuerdo y alto al fuego decretado por los bandos enfrentados. Nunca fueron una fuerza de combate. Aún así, esto no les disculpa de lo que hicieron, pues en Srebrenica directamente incumplieron el mandato que tenían de Naciones Unidas, al abandonar el enclave dejando a miles de civiles a su suerte. Lo que allí pasó entre el 12 y el 19 de julio de 1993 está perfectamente documentado por la misma Naciones Unidas y el Tribunal Internacional Penal para la Ex-Yugoslavia. El ya referido periodista Ramón Lobo estuvo allí en el verano de 2005, cuando se cumplían 10 años de la tragedia. Así lo cuenta en un post. Los cascos azules holandeses se retiraban a la cercana Potocari, y una muchedumbre de civiles indefensos enloquecía presa del pánico. En los días siguientes, los soldados holandeses danzaban borrachos y contentos en Zagreb, a casi 300 kilómetros, felices como estaban por su «hazaña» de sobrevivir a un no combate. Mientras tanto, en apenas 1 semana, algo más de 8.000 varones musulmanes entre 17 y 60 años morían a machetazos o de un tiro en la nuca. El siguiente vídeo lo explica todo. Es vergonzoso. Lamentable la escena del brindis con rakija (aguardiante muy popular en los Balcanes) entre Ratko Mladic y el francés Phillipe Morillon, jefe de los cascos azules destacados en Bosnia.

En verano de 2010, Ramón Lobo volvió a escribir un excelente post en el que repasa de manera exhaustiva los hechos. Incluye enlaces a un extenso documental de la BBC (más de 1 hora de duración, troceado en 9 vídeos de 8-10 minutos cada uno). Es largo, pero es fundamental para comprender lo ocurrido. Un aviso: es sobrecogedor. Como también es sobrecogedor el libro Postales desde la tumba, de Emir Suljagic, un superviviente a la masacre. Lo leí el pasado invierno. Desde mi vuelta de los Balcanes ya sabéis que estoy muy sensibilizado con este tema y leo prácticamente todo lo que cae en mis manos.

Hay una amplísima literatura sobre este conflicto. Tras leer Postales desde la tumba, tengo intención de leer próximamente a Ivo Andric (1892-1975, el único premio Nobel de Literatura (en 1961) que tuvo la antigua Yugoslavia, y que nació en Bosnia. Escribió obras cumbres como Un puente sobre el Drina y Crónica de Travnik. Imprescindibles son también 2 obras maestras de Dzevad Karahasan: Sarajevo. Diario de un éxodo, y Sara y Serafina. Fundamentales para comprender lo ocurrido, según me comentan. Empezaré por Sarajevo. Diario de un éxodo. Ya sabéis que Sarajevo me llegó de una manera muy especial (Sarajevo grade moj).

Destaca también la novela de la escritora croata Slavenka Drakulic No matarían ni una mosca, traducida al castellano en 2008 por Global Rhythm. En este libro se comprende a la perfección que la locura, la barbarie, no es algo que esté innato y sea visible en cada uno de nosotros. No vamos por la calle y decimos: mira, mamá, ahí va caminando un asesino. Es, al contrario, algo que podemos desarrollar cualquiera de nosotros, tú o yo. O el ciudadano francés Meran, hace bien poco, o el noruego Breivik el verano pasado. Sólo hace falta estar en el lugar equivocado, en las circunstancias equivocadas, y envuelto en una terrible espiral de violencia y odio. La cultura, la educación, y todas las barreras mentales y psicológicas que nos queramos poner, pueden llegar a ser demasiado finas como para impedir el desarrollo de la barbarie si caemos en  unas circunstancias tremendamente adversas.

El conflicto también tuvo un notable seguimiento en el cine. Destaca sobremanera Welcome to Sarajevo (Michael Winterbottom, 1997), y, en España, Territorio Comanche (Gerardo Herrero, 1997), adaptación al cine de la novela homónima de Arturo Pérez Reverte.

Esta tarde a las 20 horas, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se celebra un coloquio-debate sobre la Guerra de Bosnia, aprovechando los 20 años transcurridos ya desde su inicio, a cargo de los periodistas Gervasio SánchezMaite RicoJosé Luis Márquez y Alberto Sotillo, que estuvieron allí durante la guerra para ilustrarnos con sus crónicas y reportajes, y que tratarán en el coloquio de responder a interrogantes como: ¿qué futuro probable le depara a la región? ¿será posible una evolución pacífica, e integrada en la UE? ¿se siguen dando en la actualidad las circunstancias que motivaron el inicio del conflicto? ¿cómo pueden influir las inminentes elecciones presidenciales en Serbia? El debate podrá seguirse a través de twitter con el hashtag o etiqueta #debateBosnia.

Yo estaré en el coloquio en el Círculo de Bellas Artes. Allí nos veremos si queréis.

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